A finales del siglo pasado Internet irrumpió en la sociedad humana, haciéndonos testigos de un momento histórico casi sin ser conscientes del cambio que supondría en nuestras vidas la era digital. La literatura no iba a ser una excepción: el concepto de escritura, de libro y de lectura están cambiando.
De la máquina de escribir al ordenador
La primera máquina de escribir que tuve fue una Olivetti verde oliva. Tenía las teclas amarillentas y suaves, pero era una máquina muy pesada. Cada vez que tecleaba, toda la máquina se movía y hacía retumbar la mesa mientras pasaba horas y horas practicando mecanografía (con libro y todo). Sonrío escribiendo esto porque pensar en ella me recuerda lo poderosa que me hacía sentir, como si estuviera haciendo algo muy importante. Pocos años después cambiamos a una más moderna, una eléctrica de la misma marca en gris ¡con típex!, en la que ya me desenvolvía con cierta soltura. Recuerdo pasar a máquina lo que escribía primero en papel (para utilizar el típex lo menos posible) y oler la página cuando la cambiaba por otra: para mí, ese olor a tinta solo es comparable al olor de las páginas de un libro.
Yo sigo chapada a la antigua: escribo más rápido, más concentrada y mejor cuando lo hago en papel
Cuesta creer que en poco menos de 2-3 años ya tuviésemos nuestro primer IBM (¡con esos disquetes cuadrados para almacenar nada más y nada menos que 150-200 MB!) y el famoso buscaminas que tanto nos hizo sentir como un TEDAX. Pero a lo que vamos. La entrada del ordenador (y de Internet) en mi casa supuso toda una revolución y a mí me permitió desarrollar mi imaginación (si es que se podía aún más). El primer procesador de texto que utilicé no tenía corrector, así que cuando pasé los textos por el bendito Microsoft Office fue la risa (mi capacidad de bolígrafo rojo no estaba tan desarrollada como ahora).
Con mi entrada en la universidad tuve mi primer ordenador portátil (¡y mi libertad!). Las horas que no pasaba delante de él, estaba delante de folios, ya fuera tomando apuntes, escribiendo mi saga de fantasía o haciendo una combinación de ambos. Sin embargo, pese a la libertad que le da un ordenador portátil a un escritor, reconozco que he seguido chapada a la antigua: escribo más rápido, más concentrada y mejor cuando lo hago en papel (aunque luego me toca pasarlo a ordenador) y la misma fórmula se aplica cuando corrijo lo que escribo. Eso sí, como escritora, no podría vivir sin un ordenador portátil. ¿Sabíais que la última fábrica que hacía máquinas de escribir cerró en India en 2011?
En los últimos años hemos visto como Internet ha transformado los modelos de negocio y de gestión para muchas empresas y sectores
Del libro impreso al ebook
Si la forma de escribir un libro ha evolucionado con el paso del tiempo, la forma de leerlo no iba a quedarse atrás. El ebook, que por definición es la evolución digital y/o electrónica de un libro, entró con fuerza en nuestras vidas.
Pese a que ya existían (y existen) muchos dispositivos que pueden utilizados como lector de libros electrónicos (en general cualquier dispositivo que posea pantalla y memoria), a finales de la primera década del siglo XXI comenzaron a aparecer los ebooks, cuya función era servir exclusivamente para la lectura de libros electrónicos. Con ellos se buscó movilidad, comodidad, accesibilidad y autonomía, además de permitir llevar todos tus libros a golpe de bytes en un solo dispositivo. ¿Cuántos libros te caben en la maleta, la mochila o el bolso?
Sin embargo, las numerosas ventajas que ofrece el ebook no han sido capaces de batir el sentimiento que despierta oler las páginas de un libro recién comprado ni la sensación de nuestro cuerpo al pasar las páginas… ni el orgullo de ver una estantería de libros que forma la biblioteca personal de cada uno. Quizá el mercado de la venta de libros se resintió durante los primeros años del ebook en nuestras vidas; los libreros pusieron el grito en el cielo con razón al ver como las ventas bajaban, sus tiendas se vaciaban y veían tirar la toalla a compañeros de negocio. Pero lograron resistir. Según datos de la Federación del Gremio de Editores, en 2016 la venta de ebooks solo supuso un 5,1% de todo el sector, es decir, unos 115 millones de euros de los 2.317 millones de euros que movió la industria ese año, y un 2,7% más que el año anterior.
Editar un libro es cada vez más factible para cualquier persona gracias a la tecnología
De las librerías a pie de calle a las librerías virtuales
Enlazando con lo que decía en el párrafo anterior, en los últimos años hemos visto como Internet ha transformado los modelos de negocio y de gestión para muchas empresas y sectores. Esto incluye tanto la forma de publicar un libro como la forma de su distribución.
En el primer caso, editar un libro es cada vez más factible para cualquier persona gracias a la tecnología: edición, maquetación, diseño… una amplia variedad de programas, permiten al usuario adoptar un rol sin dedicarse profesionalmente a ello. Aunque existe una lista de ventajas y desventajas de los distintos tipos de opciones de publicación, los editores, agentes literarios e incluso editoriales, ya no son imprescindibles. Las posibilidades de editar se multiplican; en el segundo caso, la comercialización tradicional (librería como espacio físico) se estrecha por la propia desaparición de librerías, dificultando aún más el acceso a ellas (si aún con el respaldo de una editorial es difícil hacerse un hueco en ellas, imaginaros como debe ser si no lo haces por tu cuenta). También comentado en el punto anterior, las posibilidades de comprar, alquilar o tomar prestado un libro digital permite al escritor tener acceso al público siempre y cuando no se ahogue en un mar de autores en la red. Como he dicho, cada punto de la lista de ventajas y desventajas pesan mucho.
Hacer una reseña ha evolucionado a una forma más visual, dinámica y cercana gracias a YouTube
De las reseñas escritas a los booktubers
Si todo el proceso de escritura, edición, publicación y distribución de un libro ha cambiado con la tecnología, ¿por qué no iba a hacerlo también la forma de hablar de ellos?
Antes de que internet estuviera prácticamente al alcance de todos, teníamos que esperar a la publicación de la sección de Cultura de algún periódico o dejarnos “captar” por el catálogo de Círculo de Lectores. Ahora descubrir libros nuevos es relativamente más fácil: bloguer abrió las puertas a críticos literarios amateurs que más tarde se convertirían en auténticos influencers de las tendencias literarias. La red se plagó de blogs de reseñas donde se recomendaban primero, los libros que uno tenía en casa e iba leyendo y, más tarde, las novedades de una editorial que le enviaba sus libros más nuevos al propietario/a del blog para que hiciera una reseña.
Aunque aún quedan muchos blogs de este tipo, hacer una reseña ha evolucionado a una forma más visual, dinámica y cercana gracias a YouTube. Si antes aquellos que hacían reseñas (“reseñeadores”) reflejaban su opinión en un post con algunas fotos del ejemplar, ahora graban un vídeo enseñándolo entre sus manos y se hacen llamar “Booktubers”.
La última evolución de expresar una opinión sobre un libro es utilizar Instagram y colgar un breve texto con la opinión junto a una fotografía, reflejando en todas sus publicaciones una gama de color concreta como marca: son los Bookstagramers.
El avance de la tecnología está pasando por delante de nuestros ojos a una velocidad de vértigo. Quién no sepa adaptarse a esta revolución será relegado y quizá condenado a desaparecer. ¿Adaptarse o morir? ¿Qué será lo siguiente?
Me ha impactado muchísimo el dato de que la última fábrica que elaboraba máquinas de escribir quebró en 2011 y se encontraba en la India… No sé por qué tenía muy asumido que las máquinas de escribir ya no se fabrican, o al menos no como antes (de ahí el elevado precio de algunas máquinas de segunda mano, ya que son prácticamente reliquias, sobre todo si aún funcionas). Pero conocer la fecha y lugar exacto en los que esta herramienta tan inspiradora y que ha visto multitud de grandes obras de arte nacer desapareció, la verdad es que me ha estremecido.
En cuanto al resto, sí, la verdad es que has definido bastante bien todos los cambios hacia la era tecnológica que ha sufrido la literatura. Como siempre, supongo que en algunos aspectos ha evolucionado y, para otros, ha involucionado. Pero, nos guste o no, no nos podemos quedar atrás. ¡Renovarse o morir!
Un abrazo ^^
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Hola! Reconozco que cuando leí el dato en un libro sobre la revolución digital en el mundo, me quedé tan impactada que me inspiró a escribir esta reflexión. Nunca me había parado a pensar tan detenidamente cuanto ha cambiado el mundo de la literatura (y lo que lo hará), y como me ha influido a mi como escritora. Hay algunas cosas que me gustan más y otras menos, como en todo, y como bien dices, en algunos aspectos ha hecho que evolucione a mejor y en otras no, pero en cualquier caso hay que adaptarse. ¡Algún día compraré una máquina de escribir! 😀 Muchas gracias por pasarte. Un abrazo!
Me gustaMe gusta