La literatura es necesaria por muchos motivos, especialmente porque ayuda a interpretar mejor la información que recibimos, y a desarrollar la capacidad comunicativa y reflexiva, así como un pensamiento propio. De hecho, la gran mayoría de la gente sabe que leer es bueno para ellos y referentes de éxito como Bill Gates, Jeff Bezos o Elon Musk han asegurado en más de una ocasión que los libros han sido una de las claves de sus logros. Pero, ¿qué hace nuestro cerebro cuando leemos?
En un post anterior hablé de la biblioterapia, una disciplina terapéutica que cada vez se utiliza más en el ámbito del psicoanálisis cuya finalidad es la reinterpretación de la realidad y situaciones personales a través de la lectura. Y, es que, evidencias neurocientíficas muestran que la lectura no solo nos aporta los beneficios mencionados con anterioridad, sino que cambia el funcionamiento de nuestro cerebro.
Teniendo en cuenta la evolución de la especie humana, en la que los humanos llevan utilizando el lenguaje desde hace unos 60.000 años o más, de los cuales llevamos leyendo y escribiendo los 5.000 últimos, esta actividad es relativamente nueva para nosotros. Es por ello que el cerebro no tiene una estructura específica para realizar esta tarea, sin embargo, la lectura hace que se formen nuevas conexiones entre diferentes áreas del mismo que trabajan juntas y refuerza las que ya existen.
El cerebro no tiene una estructura específica para realizar esta tarea, sin embargo, la lectura hace que se formen nuevas conexiones entre diferentes áreas del mismo
Diversas investigaciones neurocientíficas centradas en las imágenes cerebrales han estudiado cómo cambia el cerebro cuando aprendemos a leer o a escribir. Así, la lectura se convierte en una forma de acceder al lenguaje a través de la vista, es decir, se basa en la arquitectura que ya se utiliza para reconocer patrones visuales y comprender el lenguaje hablado.
Diane Bell, estudiante de doctorado en la Universidad de Queensland, describe en este artículo en The Conversation que las palabras impresas se introducen en nuestro cerebro a través del lóbulo occipital, donde se procesa como cualquier otro estímulo visual. A continuación va a la circunvolución fusiforme izquierda, que traduce esos símbolos abstractos en letras, y luego a los lóbulos frontal y temporal, donde descubrimos cómo pronunciarlo y qué significa.

Por otro lado, leer también produce materia blanca en nuestro cerebro. En 2009, dos investigadores descubrieron que la lectura cultiva la producción de nueva materia blanca en el cerebro. Esta, que está compuesta por fibras nerviosas que conectan células nerviosas entre sí en todo el cerebro, ayuda a transmitir señales de una parte a otra. Así, debido a que la materia blanca está formada por células recubiertas de mielina, que facilitan la comunicación rápida entre las células, la lectura cultiva la creación de una red neurocelular que transmite señales entre diferentes áreas del cerebro de manera más eficiente.
Finalmente, otra cosa que sucede cuando leemos es la mejora de nuestra memoria. Cuando leemos, nuestro cerebro crea nuevos recuerdos, formando nuevas sinapsis (especio entre las neuronas) entre las células nerviosas necesarias para la transmisión de información de una célula a otras, mientras fortalece las vías neuronales que ya existen. Esto significa que si leemos de manera habitual, podemos acceder a una mayor variedad de información almacenada en nuestra memoria, además de recuperar (o recordar) esta información más rápidamente.