Las apariencias engañan y la literatura no es un ámbito que escape de ello. Sabemos de la importancia de elegir una buena portada para nuestro libro y cómo nos puede influenciar esta a la hora de elegir nuestra próxima lectura, pues portadas llamativas pueden albergar textos que no son de nuestro agrado y, viceversa, una portada simple puede ser la carta de presentación de una joya literaria. Pero no es el único aspecto de los libros que guarda las apariencias.
Este ejemplo de las portadas podríamos extrapolarlo al texto, pues no siempre el que firma dicho texto está detrás de él. Estoy hablando del ghostwriter (traducido literalmente como «escritor fantasma»), y que no es otra cosa que un escritor o un periodista al que se contrata para escribir por cuenta de otra persona o incluso bajo su nombre (vamos, que la cosecha es tuya, pero lo firma otra persona como si fuera suyo) sin recibir créditos de autoría.
El ghostwriter es un escritor o un periodista al que se contrata para escribir por cuenta de otra persona o incluso bajo su nombre sin recibir créditos de autoría
Quizá parezca algo malo, pero el ghostwriting es una ‘profesión’ más y es más habitual de lo que puedas pensar. Por ejemplo, en el ámbito de la Comunicación, a menudo los gabinetes de prensa escriben los discursos, los artículos de opinión y hasta responden a entrevistas por escrito en nombre de sus máximos representantes (dirección, presidencia, etc.); en el Marketing con la aparición del Content Marketing (o marketing de contenidos) y, sobre todo, en el ámbito político en lo referente a la publicación de tesis y biografías. Ricardo Botín lo explica muy bien en este texto de LinkedIn publicado en septiembre de 2018: «La sociedad considera un logro publicar un libro, pero no todo el mundo está capacitado para ello. Por eso se inventaron los atajos».
Pero, ¿sucede lo mismo en el ámbito literario?
Ghostwriting en la literatura
En el ámbito literario, el ghostwriting no goza de mucho prestigio. Hay quiénes lo llegan a tachar incluso de plagio y falta de ética (más en el ámbito académico), pues ponen en duda hasta qué punto llega su legitimidad y si utilizar un ghostwriter para que escriba algo por ti no es engañar a tus lectores.
A menudo famosos, empresarios y a veces escritores de renombre acuden a los servicios del ghostwriter para publicar un libro (o varios). En este artículo puedes leer algunos de los casos más sonados de ghostwriting, como el de Alejandro Dumas (del que también hay película), pero hay muchos más y además más actuales: las hermanas Kendall y Kylie Jenner (Rebels: City of Indra), Belén Esteban (Ambiciones y reflexiones), Victoria Beckham (That Extra Half an Inch: Hair, Heels and Everything in Between), el sonado caso de la periodista Ana Rosa Quintana (Sabor a hiel) o los cantantes Hillary Duff (Elixir), David Bisbal (Desde Dentro) o Aitana Ocaña (La tinta de mis ojos)… y otros tantos que no conoceremos pero que, en ocasiones y como máximo, aparecerán mencionados como «colaboradores» en la página de agradecimientos. Mención especial al caso de la modelo Naty Abascal, cuyo libro 100% Naty. Manual de estilo de Naty Abascal encargó al experto en moda Vicente Gallart, que sí aparece en los créditos del libro (portada incluida).
Hay quienes ponen en duda hasta qué punto llega su legitimidad y si utilizar un ghostwriter para que escriba algo por ti no es engañar a tus lectores
Y, es que, el ghostwriter suele recibir un único pago por el texto se publique o no. Sin embargo, si el proyecto sale adelante y se publica, el ghostwriter no tiene voto en la edición del libro y solo ganará lo acordado en el primer contrato, por lo que si el libro resulta ser un bestseller, no percibirá ningún beneficio posterior. ¿Cómo te sentirías si algo que has escrito tiene un éxito arrollador y tú no pudieras decir que es tuyo? A mí personalmente me costaría bastante aceptarlo; no por el éxito o no, sino porque me gusta que mi tiempo y mi esfuerzo se vean reconocidos, del mismo modo que no acudiría a un ghostwriter para que escribiera algo por mí.
Sin embargo, también los hay que lo hacen con mucho orgullo aunque no puedan decir «ese libro es mío» porque así lo firmaron en un contrato (insisto, es una profesión más). Al fin y al cabo no deja de ser un oficio de escritor mientras se compaginan estos trabajos con los proyectos personales en los que sí recibirá reconocimiento, tal y como detalla Diana P. Morales en este completo texto sobre los oficios de la escritura Cómo ser un escritor/a fantasma.
Jajajajaja, mi formación (y mi vocación, ¿Por qué no?) me han llevado a jugar esos roles. Y como todo rol, tiene su parte divertida. Te recomiendo leer: https://acrofobos.wordpress.com/2016/01/22/otro-gabinete/ para que te adentres -aunque sea un poquito y por ficción- en algunos de los casos que describes. Buen artículo, por cierto y como siempre, Yersey.
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¡Hola, Alejandro! ¿Qué tal tu experiencia entonces? A mí me ha tocado un par de veces hacer de Ghostwriter y no te creas que me ha gustado la sensación. Entiendo a quién lo haga, porque no deja de ser otra profesión más, pero en principio no es lo mío :). He echado un vistazo al texto que me has enviado; seguiré leyendo ;).
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Pues, como dices, es una profesión más, con sus momentos de incomodidad y los de éxito. Por ejemplo, cuando dices que no hay reconocimiento, en efecto, de las audiencias no, pero de quienes te contratan sí, y eso, dentro de lo que cabe, es satisfactorio. Y como podrás leer en la saga, también ayuda mucho en lo literario, que sí es lo mío (y creo que lo tuyo también). Gracias, Yersey.
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A ti por compartir tu experiencia Alejandro 🙂
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