Hace mucho que mi saga de fantasía urbana ‘Los Guardianes’ no protagoniza un post en la web. A pesar de que estoy muy orgullosa de lo que voy consiguiendo con ella, no me gusta estar constantemente hablando de ella (aunque con ello le lleve la contraria al marketing) y, de hecho, suele costarme bastante hablar de ella a otras personas. No porque me avergüence de ello, si no por ese miedo que tenemos las personas a ser demasiado pesadas y de caer en el egocentrismo si hablamos demasiado de nuestras cosas. Y aunque hoy tampoco voy a hablar de la saga como tal, sí de algo relacionado con ella: mi último tatuaje.
Soy de esas personas que no se tatúa, digamos, por una cuestión de estética, sino por logros, momentos y objetivos cumplidos. En concreto, lo mío es por llevar conmigo siempre algo que me recuerde lo que superé o conseguí, y eso hace que siempre mire hacia delante: el tatuaje al acabar el instituto (que en ocasiones fue un infierno), el de cuando acabé la carrera universitaria, el de mi familia tras un milagro que aún ni nos creemos, el de mi hermano (mi todo) y ahora el de Los Guardianes.
Lo llamo el tatuaje de Los Guardianes porque con ellos inicié, de alguna forma, mi carrera literaria (si es que se puede llamar así). Y aunque la saga no es lo único que he escrito y aún tengo muchos proyectos literarios que me gustaría sacar adelante, el trisquel es el símbolo en el que basé parte del Worldbuilding de la historia: no solo representa el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, también es la base del símbolo que portan los Guardianes en la saga, con el sol, la luna y la sizigia.
Cuando inicié la saga me dije a mí misma que cuando publicase la primera novela, me tatuaría el trisquel. Publiqué Ocaso en octubre de 2017, pero no me tatué. Después me dije que lo haría después de publicar la segunda parte y tampoco lo hice, pues Claro de luna vio la luz en mayo de 2019. Tras ello me dije que, esta vez sí, me haría el tatuaje cuando terminase de escribir la saga. Estamos en 2021 y según mi planificación este año debería salir la tercera parte, pero a estas alturas del año sé que no será posible, así que decidí que no quería esperar más.
Lo llamo el tatuaje de Los Guardianes porque con ellos inicié, de laguna forma, mi carrera literaria
Desde primeros de diciembre de 2019 he pasado un calvario mental y físicamente debido a mi brazo izquierdo: dolor, hormigueo y hasta tres dedos de la mano totalmente dormidos la mayoría de las veces. 2020 no fue mejor (no hace falta de decir la razón), pero queriendo sacar el lado bueno de la situación decidí hacer un Máster que, dadas las circunstancias, era online pero con las exigencias de un presencial, así que entre septiembre de 2020 y junio de 2021 escribí mucho, pero nada literario. Y a todo ello se suma el trabajo y el hándicap del brazo, que aún da toques de atención de vez en cuando.
A veces pienso que he desperdiciado este último año y medio en el que debía estar preparando la publicación de la tercera parte de la saga y que todo lo que tenía encima (el máster, el brazo, la mudanza y demás…) han sido excusas para no terminarla (por el síndrome del impostor, porque en el fondo no quiero que termine o un poco de ambas). Sea por la razón que sea, aunque en mi mente Los Guardianes no han dejado de estar presentes, frente al teclado no lo han estado. Así que hacerme el tatuaje del trisquel (que representa el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu) y a su vez el tatuaje de Los Guardianes, significa para mí que, pase lo que pase y tarde lo que tarde, acabaré este proyecto y los que resten.
Yersey Owen 