Escritores

El secreto de la productividad de los escritores

Spoiler: El secreto está en ti. Una de las cosas que más me ha rondado la cabeza los últimos meses es la falta de gestión de mi propio tiempo, una de las principales razones de la crisis de escritora por la que estoy pasando (de la que te hablé hace poco) y en la que, por supuesto, sigo trabajando.

Llevaba más de un año negándolo o poniendo más o menos excusas. Me sentía constantemente frustrada por la falta de tiempo para escribir y necesitaba cambiar mi dinámica y recuperar (o, mejor dicho, adaptar) mis nuevas rutinas a mi faceta de escritora. Para ello recurrí a «Productividad para escritores«, de Ana González Duque, unas propuestas prácticas, trucos y consejos para elaborar nuestra hoja de ruta y que el trabajo como escritor (y de paso tu vida), sea más sencilla y logres cumplir tus objetivos.

Algo que debemos tener en cuenta es que, si no tenemos la suerte de dedicarnos profesionalmente al mundo literario, tendremos un trabajo nutricional que compatibilizar con la escritura (en mi caso, uno de jornada completa de lunes a viernes). Sin embargo, y con todo a mi favor, pues no trabajo los fines de semana y, debido a la pandemia, puedo teletrabajar, he sido incapaz de amoldar mi rutina a mi faceta de escritora y eso me ha frustrado mucho. Pero mucho, mucho. Dice Ana en su libro que «la causa más frecuente de que no de tiempo a nada es una planificación mal hecha. Sin planificación, el trabajo se acumula y se desborda», y cuando desbordas, colapsas. Te lo digo yo (o puedes preguntarle a mi familia), que era la reina de la planificación y sin venirlo venir colapsé.

«Tu carrera como escritor es un espejo de tus hábitos de escritura y lectura»

Ana González Duque

Una de las cosas de las que me di cuenta leyendo este libro es la razón por la que no estaba siendo tan productiva como lo era antes: me autobiocoteaba. Sí, sí, la culpa era mía. ¿La razón? En el fondo no tenía muy clara la idea mental de quién era como escritora. Sí, soy una autora autopublicada por decisión propia y tengo claros cuáles son mis objetivos como tal, pero ya sabemos que cuando la mente falla, todo lo demás falla. Seguía leyendo igual o más que antes, pero en cuanto a proyectos literarios (a excepción de esta web), nada de nada. Todo estancado como el agua del pozo en el que estaba que se resume en, además de una mala planificación, mucha procrastinación y poca determinación, instigado por el famoso síndrome del impostor (ese autoboicoteo del que antes hablaba) que se escondía detrás de las excusas «No es el momento adecuado» y «No tengo tiempo».

Sobre esto último, y por si te sientes identificado o identificada, voy a decirte una cosa: sí es el momento adecuado y sí tienes tiempo, solo tienes que saber organizarte: «Para tener tiempo hay que crear hábitos. Y esos hábitos necesitan, a su vez, tiempo para implementarse». Ana ofrece en este libro una serie de trucos para que sepas identificar y clasificar todo lo que tienes que hacer en tu día a día, priorizarlas según tus necesidades y marcarte objetivos medibles y alcanzables que no voy a desvelarte, pero sí decirte que leas el libro y los pongas en práctica tú. En mi caso, no todo me ha funcionado. Por ejemplo, nada de X palabras diarias porque ese método no me funciona, así que he creado un horario de actividades que intento seguir a rajatabla, pero reconozco que me sigue costando.

    En el libro, Ana dice que nuestra tarea roca, que es la de escribir si queremos sacarle partido a esto, debe situarse en la primera hora del día porque es cuando nuestro cerebro está más activo. No es mi caso. Siempre he sido más ave nocturna, así que me concentro más en horario de tarde; cuando cae la noche mi cerebro se vuelve más creativo. Es por ello que la hora de escribir por la mañana la dedico a escribir contenidos de la web y por la tarde a los proyectos literarios (y, todo sea dicho, porque en mi trabajo nutricional tengo que estar delante de un ordenador escribiendo y manejando redes sociales y no puedo freír a mi cerebro nada más empezar el día. Me gusta lo que hago y me gusta estar al 100 %).

    ¿Sabías que cuando perdemos la concentración, tardamos diez minutos en volver a recuperarla?

    Otra cosa que me ha tenido muy frustrada, y esto es solo culpa mía (sin fustigarse, pero lo es), es que un escritor no vive de un solo libro, sino de un catálogo, y eso requiere sacar un libro nuevo al año como mínimo (esa también fue mi idea, pero la cosa se torció). Como sabes, yo me metí de cabeza a escribir una saga (no era mi intención, pero así fue), y aunque sé que no fue la decisión más acertada porque ahora arrastro el querer terminarla apartando otros proyectos literarios que sí podría terminar en un año, aquí sigo con ella. Pero no desespero. Este libro, y otros de los que te hablaré más adelante, me han ayudado a organizarme mejor y, espero con el tiempo, volver a ser productiva.

    En resumen, el secreto de tu productividad a la hora de escribir es tuya, de tus motivaciones y de tus objetivos. Nadie dijo que esto fuera fácil. Somos humanos. Tú y yo. Cuando llevamos tiempo sin dar abasto por los motivos que sean, es lógico pensar en tirar la toalla, pero no te precipites; dale una vuelta a lo que supone escribir para ti. Vuelve a encontrar tu motivo. Nos vemos en el camino. Y gracias, Ana.

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