Entrevistas

«Cuando hay que recortar presupuestos, la corrección suele ser de las primeras de la lista»

La corrección literaria va mucho más allá del autocorrector de cualquier procesador de texto. Si bien algunos de ellos hacen una buena primera pulida de lo que hemos escrito, nada como la inteligencia emocional y sentido común de una persona.

La figura del corrector (en este caso literario) es la gran aliada de cualquier escritor; algo que pude comprobar en las entrevistas con algunos de estos profesionales. Uno de ellos fue Noa Velasco, que «edita, corrige y maqueta libros 100 % libres de Comic Sans», y cuya entrevista comparto hoy en la web para que puedas conocerle mejor.


Noa Velasco se encargó, entre otros trabajos, de la revisión de en castellano del videojuego Orwell’s Animal Farm (Nerial) y la corrección de estilo de Trucos infalibles para pulir textos de Raquel Marín Álvarez (editorial Gustavo Gili).


En primer lugar, háblame de ti, de las razones por las que decidiste formarte para ser corrector.

Todo esto empezó de la forma más lógica posible: cometiendo errores. Lo primero que hice fue escribir, claro. A medida que lo hacía, me fijaba más y más en cómo escribían los profesionales. Me interesaba por esas reglas que intuía en los libros, pero que nadie te cuenta en ninguna parte (por entonces Internet era ciencia ficción). Y a medida que aprendía, me hacía consciente de muchos de los errores que plagaban la (interminable) novela que estaba escribiendo. Tras arruinar algunas versiones con mis búsquedas y reemplazos, toqueteos de sangrías, estilos y demás material radiactivo del Word, di mi primer paso como corrector: aprendí cómo no hay que hacer las cosas. Luego vino lo difícil, que es aprender a hacerlas bien. Me hice corrector porque siempre fue uno de los aspectos que más me atraían de la escritura y encaja muy bien con mi personalidad puntillosa.

¿Qué es para ti la profesión de corrector?

Es lo más parecido a ser un ninja. Entras, haces tu trabajo y te vas. ¡Boom! [Arroja una bomba de humo]. Arreglas los problemas y nadie sabe que estuviste ahí.

¿Qué tipo de correcciones haces? ¿Ortotipográfica, de estilo o ambas? ¿Cuáles son las principales diferencias entre ellas?

Ambas. Además, me pone muy nervioso que me encarguen solo un tipo y no poder corregirlo todo. ¡Monstruos!

Me hice corrector porque siempre fue uno de los aspectos que más me atraían de la escritura y encaja muy bien con mi personalidad puntillosa

Imagino el texto como un muro enorme de mampostería. Con la ortotipográfica puedo acercarme mucho y pasar el dedo por las juntas, me aseguro de que el aglutinante está liso y es el adecuado, que los ángulos son los apropiados. Con el estilo tengo que alejarme y mirar el conjunto, luego acercarme a cada bloque, estudiarlo, cambiarlo o eliminarlo si es preciso, de vez en cuando darle una pequeña capa de pintura y estar atento para que todo quede sólido, coherente y agradable.

¿Cuáles suelen ser las tarifas con las que trabajas?

Según varios criterios y el tipo de corrección, desde ochenta céntimos hasta dos euros por cada mil matrices.

¿Qué procedimiento sigues a la hora de corregir un texto? ¿Cuánto tiempo de media te lleva hacer una corrección?

Primero creo un informe de corrección para explicarle todo al cliente y en el que iré anotando algunas de mis decisiones, observaciones generales, etc. Luego creo una copia del original y llevo a cabo algunas comprobaciones rutinarias, sobre todo para solucionar problemas que resultan muy molestos si aparecen tras varias horas de trabajo. Según el tipo de corrección, hago varias pasadas. La última la hago leyendo todo en voz alta para detectar esos fallos tontos que de otro modo tu cerebro pasa por alto.

Cuando trabajo con clientes habituales, ya sé cuánto me llevan sus textos, pero me es imposible hacer una media. Con unos encargos puedo corregir 60 000 matrices al día y con otros apenas paso de los 15 000. Una corrección puede ser ortotipográfica sencilla y otra puede ser integral con textos especialmente complejos (lo que también supone un desgaste mucho mayor y me lleva a tomar más descansos).

Portada de Twitter de Noa Velasco.

¿Tienes alguna manía?

Unas cuantas. No soporto los espacios dobles; tampoco la Comic Sans; me ponen nervioso los párrafos separados con espacio extra; que el primero de cada capítulo lleve sangría; que en los títulos no se ajuste el kerning de las letras; que me envíen textos con tipografías de fantasía o difíciles de leer… 

La última corrección la hago leyendo todo en voz alta para detectar esos fallos tontos que de otro modo tu cerebro pasa por alto.

Muchas manías he aprendido a superarlas porque no queda otro remedio. Por ejemplo, si un cliente es de los que incluyen el punto antes del cierre de comillas, me aguanto y lo respeto. Es una opción válida. Absurda, pero válida. No, en serio, lo he superado. [Se toma una tila].

¿Qué es lo mejor de esta profesión?

Hace tiempo me di cuenta de que se me daba bien detectar los fallos en general, no solo de escritura. Así que lo mejor de ser corrector es que puedo seguir siendo ese tío impertinente que te señala todo lo que has hecho mal, pero encima me pagan y me dan las gracias.

¿Y lo peor?

Lo peor es que, aunque me paguen, no me llega para una vida digna.

¿Crees que esta profesión está infravalorada dentro del proceso de creación de un libro?

Lo malo de ser un ninja es que ni siquiera aparece tu nombre. No eres nadie. Y cuando hay que recortar presupuestos, la corrección suele ser de las primeras de la lista. No tengo pruebas ni tampoco dudas de que por mis manos han pasado libros sin más filtros que el del traductor y un vistazo rápido de un editor en las galeradas.

Lo mejor de ser corrector es que puedo seguir siendo ese tío impertinente que te señala todo lo que has hecho mal, pero encima me pagan y me dan las gracias

Por otro lado, mucha gente no es capaz de distinguir una corrección buena de una mala. Esto hace que, puestos a elegir, a veces se contraten los servicios más baratos (lo que sucederá a continuación no te sorprenderá). Imagina que los errores son como tonalidades de color y que la mayoría de lectores solo detecta unos pocos dentro del espectro visible. Los escritores veteranos perciben muchos más matices y los correctores todavía más. Imagina lo frustrante que resulta leer un libro que se supone que ha pasado por una corrección y te brillan colorinchis por todas partes, pero la gente a tu alrededor no lo nota.

Existe una creencia en torno a que la corrección es escribir un texto de nuevo y que, por lo tanto, los correctores son los verdaderos escritores. ¿Qué opinas de ello?

Que no suena muy ninja. Las tareas de reescritura y editing existen, pero la corrección consiste en dejar tu texto arreglado y con la ropa de los domingos. Lo que hay debajo sigue siendo tuyo, y parte de la profesionalidad del corrector consiste en adaptarse a los textos ajenos para que siga siendo así. En mi caso, cuando en una corrección de estilo voy a señalar un cambio muy drástico, dejo sugerencias adaptadas a las necesidades del texto y anotaciones para que el autor lo haga suyo.

Algunas personas que se dedican a la corrección también escriben y han publicado libros. En este caso, ¿quién corrige al corrector/escritor?

Otro corrector. Corregirse uno mismo es mala idea. No solo en la escritura. Necesitamos una perspectiva externa para darnos cuenta de todo aquello que no vemos. Y cuando se trata de nosotros mismos y de nuestro trabajo, podemos estar bastante ciegos.

Si crees que en las preguntas anteriores me he dejado algo importante a tratar sobre esta profesión y que es interesante que se conozca, te animo a que me lo cuentes a continuación.

En este mundillo hay gente maravillosa con la que tengo el placer de coincidir. Nos preguntamos, nos advertimos, de vez en cuando nos prestamos un hombro para llorar y siempre aprendemos. Estoy rodeado de compañeras a las que no solo admiro como profesionales, también como personas.

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