En los últimos meses, se ha hablado mucho de la insostenibilidad que arrastra el sector del libro. La enorme cantidad de producción de libros, combinada con el corto de ciclo de vida que tienen en las mesas de novedades y la reciente preocupación, en general, por el medioambiente que acompaña a la demanda social, ha impulsado la puesta en marcha de varios proyectos que estudian cómo reducir el impacto de las publicaciones impresas.
Hoy en día no existe el libro de impacto cero en el medioambiente, ni siquiera el digital. Bueno, sí, el que no se publica; pero nadie quiere que la publicación de libros desaparezca. Así que la opción que más se acerca al impacto cero sin que no podamos volver a leer un libro físico es la implementación de criterios de sostenibilidad en su cadena de producción o, lo que es lo mismo, la ecoedición.
¿Qué es la ecoedición?
La ecoedición es un tipo de edición que propone gestionar las publicaciones con criterios de sostenibilidad, con el fin de minimizar los impactos medioambientales negativos derivados del proceso.
En este sentido, la ecoedición contempla la inclusión de una perspectiva responsable en los procesos de producción durante todo el ciclo de vida del producto, de manera que se adopten mejores prácticas y técnicas respetuosas con el medioambiente desde el diseño y el formato de distribución (papel o digital), las materias primas utilizadas, así como los procesos de impresión.
La ecoedición contempla la inclusión de una perspectiva responsable en los procesos de producción durante todo el ciclo de vida del producto
Los criterios de sostenibilidad de la ecoedición
El ciclo de vida de un libro se compone de varias fases: creación, fabricación y distribución. Es en la segunda donde se producen los mayores impactos ambientales y, por ende, la que tiene mayor margen de mejora en cuanto a criterios de sostenibilidad.
En ella, los tres principales materiales que conforman un libro son el papel, la tinta y el plástico. Según el Instituto Superior de Medioambiente, la producción del papel supone casi el 50 % del impacto ambiental de un libro, de manera que este puede reducirse utilizando papel de origen local, de una gestión forestal sostenible (FSC, PEFC o equivalente) o certificados con ecoetiqueta.
De hecho, en la página de créditos de los libros es frecuente ver la procedencia del papel: “Papel certificado por el Forest Stewardship Council» o «Certificado PEFC. Este libro procede de bosques gestionados de manera sostenible y fuentes controladas». Un apunte aquí, si dice: «El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecológico y procede de bosques gestionados de manera sostenible”, ten en cuenta que no es lo mismo calificar que certificar, puede que sea una técnica de greenwashing por parte de la editorial.
La producción del papel supone casi el 50 % del impacto ambiental de un libro
Además del papel, el consumo de agua es otro de los elementos más importantes a tener en cuenta, pues esta se utiliza en la preparación de la pasta y como medio de transporte de la fibra de celulosa con la que se fabrica en papel. Aquí la clave pasa por utilizar el agua solo en los puntos estratégicos de producción de papel y en su reutilización posterior, de manera que esa agua se recicle para integrarla en otras etapas de la producción, así como la implantación de sistemas de depuración en los circuitos internos de la planta.
En cuanto a la impresión del libro, las más utilizadas en la actualidad son la impresión offset y la digital. La calidad de ambas es similar, sin embargo, en la impresión offset la plancha se moja parcialmente con agua que repele la tinta grasa y se utiliza cuatro tintas de colores (CMYK), la puesta en marcha de la maquinaria es costosa e incluye una fase de secado, todo ello con sus correspondientes costes energéticos. En cuanto a la impresión digital, la información pasa directamente a la máquina de imprimir, sin utilización de planchas o procesos intermedios, de manera que la puesta en marcha de la maquinaria no es tan costosa y el papel sale directamente seco.
En cualquier caso, las tintas que se utilizan en la fabricación de un libro, y al igual que cualquier materia prima con base de petróleo o plástico, estas contienen compuestos y productos químicos que son perjudiciales para el medioambiente. En este sentido, la utilización de tintas vegetales sería una mejor opción y, por supuesto, que el uso de la energía sea de procedencia renovable.
El último punto del proceso es el packaging. La enorme producción de plástico en la actualidad amenaza con contaminar hasta los rincones más recónditos del planeta, así que una manera de luchar contra ello es no utilizar plástico en la fase de packaging del libro.
Una vez tenido en cuenta todo esto, sería fantástico si los lectores supieran cuál es el impacto medioambiental del libro que tienen en sus manos, algo que las editoriales pueden incluir en la misma página de créditos -o en otra- calculando la huella de carbono.
Sería fantástico si los lectores supieran cuál es el impacto medioambiental del libro que tienen en sus manos
Hacia una impresión sostenible
Pese a que el sector editorial se ha planteado mejorar su desempeño ambiental y desde algunos países en Europa se pusieron en marcha iniciativas en esta línea, como el Proyecto Life+ Ecoedición de la Junta de Andalucía o GREENING BOOKS, estas han quedado bastante en el olvido, de manera que sigue existiendo la necesidad de aplicar un enfoque más integrado que considere el ciclo de vida del producto.
Si bien en España la integración de este enfoque más sostenible se está produciendo de forma desigual en el sector editorial, quizá los lectores debamos empujar un poco y preocuparnos de si el libro que compramos ha sido producido teniendo en cuenta criterios de sostenibilidad.
