Entre los diferentes tipos de publicación de un libro que podemos encontrar, el preferido suele ser la edición tradicional en la que la editorial costea todo el proceso. Sin embargo, hay algunas que, si bien parece que trabajan de esta forma, cuelan en el contrato editorial una o varias cláusulas que dan una pista de que, lo que en realidad ofrecen, es una coedición.
Cuando esto sucede y la autora debe costear parte del proceso (ya sea en forma de ejemplares no vendidos en una presentación, un «compromiso» monetario previo o cualquier otra excusa en la que la autora deba soltar dinero), se conoce comúnmente como «coedición encubierta».
Uno de los contratos editoriales que he podido ver recientemente es, precisamente, uno de este tipo. Y lo es porque en el encabezado pone «Contrato de edición», pero si vas leyendo las diferentes cláusulas, te das cuenta de que es más bien de «coedición». Veamos:
- «La AUTORA, que se afirma titular de todos los derechos de explotación necesarios para suscribir el presente contrato, cede al EDITOR el derecho de reproducir la cantidad de 100 ejemplares, por su cuenta y riesgo, que serán contabilizados como ventas el día de la presentación».
Aquí parece todo normal, pero quedémonos con la frase «por su cuenta y riesgo» y el hecho de que los 100 ejemplares que forman parte de la primera tirada cuenten como ventas el día de la presentación. Esto último no tiene por qué ser ninguna trampa, ya que, como producto, hasta el primer libro de una tirada ya puede contarse como venta, sin embargo, si avanzamos a una de las cláusulas siguientes, dice:
- «Si la tirada inicial de 100 ejemplares se agotara durante el acto de presentación, la AUTORA confiere al editor LA OBLIGACIÓN de realizar una segunda tirada de 100 ejemplares para su distribución en librerías. En caso de agotarse la segunda edición, el editor podrá realizar las que considere, teniendo OBLIGACIÓN de certificar e informar a la autora de cada una de las sucesivas ediciones y realizar las subsiguientes liquidaciones anualmente».
¡Uy! Qué bien suena esto, ¿verdad? Si se agota la primera tirada, el EDITOR realizará una segunda tirada del mismo número y, si se agotan, podrá hacer todas las que quiera. ¡Si es que se venden como churros! La trama viene a continuación, cuando en esa misma cláusula —o en otra diferente— viene algo así:
- «En caso de no agotarse la primera tirada durante el acto de presentación y la AUTORA no abonara los ejemplares sobrantes en un plazo máximo de 7 días, los derechos de reproducción pertenecerán de nuevo íntegramente a la AUTORA y la OBRA no será reeditada y distribuida en librerías. Por otro lado, si se realizara una segunda edición y sucesivas, el presente contrato se extinguirá a los dos años a contar desde la segunda edición».
¿Cómo que si «la AUTORA no abonara los ejemplares sobrantes en un plazo máximo de 7 días»? ¿Dónde ha dicho antes que debía abonarlos? Es aquí, en una frase similar a esa, cuando cuelan la coedición encubierta. Si la edición de la primera tirada era «por su cuenta y riesgo», tal y como señalaban en una cláusula anterior, la autora no tendría que abonar absolutamente NADA bajo ningún concepto. ¿Ves dónde está la trampa?
¡Ah! Y si la primera tirada no se vende y la AUTORA no paga los restantes, encima «la OBRA no será reeditada y distribuida en librerías». Y, digo yo, ¿cómo pretenden venderla entonces? ¿Por arte de magia? Además, a continuación se habla de segunda edición, lo que parece indicar que si la AUTORA paga los ejemplares restantes de la primera tirada que no se vendieron en la presentación, sí que se hará una segunda edición. Vamos, que no se puede tener más jeta.
En este tipo de contratos es habitual encontrarse otra serie de cláusulas que hacen saltar las alarmas de que no nos están contando todo lo que deberían y que, si te fijas bien, deducirás que el contrato debería llamarse de «coedición» y no de «edición», pero este caso es uno de lo más frecuentes. Recuerda: si como AUTORA tienes que desembolsar alguna cantidad de dinero, es un contrato de coedición. Si empezaran a llamarlo por su nombre no tendríamos la sensación de que están intentando engañarnos, ¿no crees?